Estamos programados. Esta sentencia puede parecerte confusa, y seguramente lo niegues. Estar programado, suena a lavado de cerebro y tú nunca has sido sometido a ésas práctica, o eso crees, pero todos lo estamos de algún modo. Cuando nacemos, venimos al mundo, completamente vírgenes. Nuestra mente es un lienzo en blanco y en cuanto soltamos el primer llanto comienza nuestra programación. Desde los simples, “se parece a su madre” o “Habla como su padre”. Estas pequeñas consignas, van creando los cimientos de un programa en el subconsciente del niño, solemos hablarle de lo que es bueno o malo y no permitimos que él lo descubra por sí mismo, les decimos a quién amar y a quien odiar, a qué dios rezar, qué conceptos abrazar, que es normal y que no, cuáles son los valores esenciales y cuales los morales, se les distingue por clase social, lengua, nacionalidad, color de piel, credo y edad. Para cuando el niño tiene aproximadamente diez años, está completamente programado, por una educación estricta en casa a través de padres y abuelos, y una educación paralela, igual de contaminada en el colegio. Se le exige una competitividad mal sana y se castiga cualquier atisbo creativo, de independencia o de pensamiento crítico.
El sistema mutila la infancia de los niños y los programa severamente cada vez mas jóvenes, intenta por todos lo medios acabar con la infancia, castrando con drogas, cualquier indicio en el niño de imaginación, fantasía o efusividad. Diagnostican de forma gratuita y a la ligera, trastornos inexistentes, con el pretexto de normalizar esa tendencia “peligrosa” hacia estados demasiados infantiloides, por otro lado normales en un niño, pero es importante atajar esas explosiones espontáneas de felicidad, emoción e imaginación. Crean adultos precoces, niños que con 7 años deben asumir roles de edades muy superiores a la suya. Se les carga con multitud de tareas, clases extra escolares, tareas deportivas, deberes. Cargan los hombros de un niño, al que solo debía preocupar sus ratos de juego. Se le llena de responsabilidades que no alcanza a comprender, se le habla del futuro, cuando el niño solo entiende el hoy y mastican la tensión que acarrean sus progenitores, asumiendo conceptos como crisis, paro, necesidad, dinero y competencia, que no le hacen ningún bien.
Estos son algunos de los programas que todos llevamos y debemos eliminar. Inculcamos a los niños (hablo en general) algunos de estos programas o todos quizás, simplemente por tradición, sin pensar en las consecuencias, ni los posibles efectos adversos que en la psique de un niño podamos provocar, derivando en una adolescencia, confusa, frustrada y agresiva con su entorno.
- CONSUMO: Antes de que empiecen a hacerse preguntas, ya nos hemos dedicado a programar sus creencias, manipulamos sus indefensas mentes, haciéndoles que crean en Papá Noel, Reyes Magos, Ratón Pérez y toda una progenie imaginaria, que llena al niño de malsanas intenciones de consumo, materialismo y ambición monetaria, coartamos el comportamiento natural del niño con estas figuras, para premiarles con objetos que ellos no necesitan o dinero, que es peor aún, para que cuando tengan uso de razón descubrir la gran mentira y desterrarlos al cinismo y el nihilismo más feroz. Después aprenden el valor de la posesión material y el consumo exacerbado, dar valor a las personas por sus posesiones y no por sus sentimientos. Juzgar prematuramente a sus iguales y excluir a los diferentes. Fabricamos así a consumidores, dependientes de lo último y vaciamos de valores morales sus mentes.
- RELIGIÓN: Programamos desde pequeños a los niños llenándoles la cabeza de un dios espía, que vigila sus movimientos y valora su conducta, de Mesías sangrantes torturados hasta la muerte y madres dolorosas en pena permanente. En resumen llenamos la mente del niño de miedo y culpa, temor a algo que no puede escrutar y culpa por algo que no hizo, ni logra comprender, creándoles un trauma de por vida. Les hacemos participes desde su nacimiento de rituales de dudosa utilidad y oscura intencionalidad, les incluimos en un programa ritualistico oscuro donde se bebe la sangre y se come la carne de alguien a quien ven clavado en una cruz. Se les incoa a creer por tradición y no por convencimiento, se les niega la búsqueda espiritual y se les cortan las alas de la duda.
- CLASE: Se incoa al niño a diferenciarse del resto, a distinguir a los de su clase social y expurgar a aquellos que no entren en los estándares en los que ha sido programado. En esto se incluye la filiación política e ideológica, con la que el infante es programado. Se les programa en que la diferencia les da ventaja y se les pone en una competición en la que solo salen perdiendo ellos.
- RAZA: Nadie nace odiando, nadie es racista de nacimiento, es simplemente un programa que nos es inculcado basado en el total desconocimiento de aquellos que nos rodean. Solo debéis ver como un niño pequeño juega en el parque sin distinguir raza o género. Si el niño no es programado, irá al colegio sin apreciar la diferencia, sólo ámbitos externos inculcan éste odio irracional. Este programa es de los más sencillos de inculcar y de los que más cuesta deshacerse. No acarreará en él cuando sea adulto más que inseguridades y miedos irracionales a lo desconocido o al diferente, que serán expresados con agresividad.
- GÉNERO: Es común separar a los niños programándoles con el clásico “cosas de niño” y “cosas de niña” cuando él en su entendimiento no distingue, y trata a todos por igual, independientemente si se entiende con el resto o no, a la hora de jugar. Programar desde pequeños la distinción genérica, provocará en el individuo adulto el total desconocimiento del otro sexo, jamás llegará a entenderlo y mucho menos comprenderlo. Se fomenta también de forma ambiental e indiscriminada a través de los medios, la confusión genérica, sobre todo en la adolescencia, creando modelos de éxito social con marcadas tendencias sexuales y vendiendo como modelo de imagen, chicos y chicas con sexualidad poco definida o andrógina, sin formas, prácticamente hermafroditas, provocando en el individuo una diatriba con su cuerpo y sus atracciones físicas, esto sumado al cóctel hormonal que tiene a su edad, que provocará una reacción en el sujeto de lo mas dispar.
- ROLES: También se programa al niño con roles que no le pertenecen, con frases hechas que se repiten a lo largo de su infancia, en forma de mantras que quedan en el subconsciente. Eres como tu padre, te pareces a tu abuela, igual de tonto que tu tío o igual de histérica que tu madre, son solo algunas. Machacar el subconsciente con éstas frases comenzarán a crear en él de forma inconsciente, una asimilación de roles que para nada le pertenecen y de los que le costará deshacerse toda una vida.
Debemos evitar educar a nuestros hijos con programas que provoquen la fragmentación social, el niño nace sin distinguir raza, credo, sexo o clase social. He expuesto algunos de los programas, pero es indudable de que existen muchos más, desde el clásico “tienes que ser de tal equipo” o “debes votar a tal partido político”. Si quitamos la capacidad de elegir libremente y sin coacción a nuestros hijos, les quitamos la capacidad de equivocarse y por consiguiente les impedimos vivir en libertad. Aniquilamos su libre albedrío y nos provocamos una carga kármica innecesaria.
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Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
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