martes, 14 de diciembre de 2010

DE: JUAN GOSSAÍN ... "Sancocho de Ácido, Carbón y Mercurio" ...

Sancocho de ácido, carbón y mercurio...
El alcatraz que vuela entre mis sueños lleva en su enorme pico una quimera... 
(Walt Whitman, Hojas de hierba).
Cuando ya no quede una sola hoja de acacia, 
cuando el último pulpo haya muerto atragantado con ácido sulfúrico 
y cuando nuestros nietos nazcan con un tumor de carbón endurecido en la barriga, 
entonces será demasiado tarde. 


Una mañana de Mayo pasado, los viejos madrugadores del pueblo de Marytown, perdido en las costas que bordean el sudeste de los Estados Unidos, se levantaron como todos los días, a echarles unas migajas de pan a los pájaros marinos, que merodean con mansedumbre por los patios y que se han ido convirtiendo en sus amigos.


¡Lo que vieron los dejó espantados!..: Las gaviotas de cabeza negra, que son tan bellas, también tenían negro el plumaje. Del pico les goteaba una mancha babosa. No podían levantar el vuelo de la arena, con las patas hundidas en una masa de chapapote pastoso, como el asfalto cuando se derrite... ¡Una de las gaviotas miró a la gente pidiendo ayuda!..


Según cuentan los testigos, más allá de la playa, cerca del río, tres garzas morenas habían muerto con los ojos despepitados. El guiso espantoso que navegaba corriente abajo, matando todo lo que se le atravesara, era la mezcolanza de petróleo crudo de la empresa British, que cayó pocos días antes a las aguas del Golfo de México.


A esa misma hora, los alcatraces de la bahía de Santa Marta, al norte de Colombia, desayunaban su ración cotidiana de "buñuelos de carbón". El periodista Antonio José Caballero, grabadora en mano, esperaba en la playa el regreso de los pescadores que habían salido a trabajar temprano. Mientras aguardaba, la cámara de su teléfono celular, retrató la pala enorme de un barco carbonero, que arrojaba al mar el polvo negro que sobró en las bodegas.


A esa misma hora, en las playas legendarias de Juanchaco y Ladrilleros, cerca de Buenaventura, los lancheros de cabotaje que llevan carga y pasajeros por los pueblos que se arraciman en las orillas del Pacífico, limpiaban sus motores preparándose para un nuevo día de trabajo. Como si fuera la cosa más natural del mundo, arrojaban al mar el contenido de unos tanques repletos de residuos de gasolina, queroseno y diésel. ¡Un langostino magnífico, que medía un jeme, iniciaba el día tomándose su primera taza de combustible!... Cuando vi la fotografía en El País de Cali, me dieron ganas de echarme a llorar.


A esa misma hora, en la zona industrial de Cartagena de Indias, abierta sobre la bahía del Caribe resplandeciente, los trabajadores de una compañía empacadora, se sentaron a desayunar en los comedores de su empresa. En ése momento volvieron a ver, como venía sucediendo en las mañanas más recientes, que una nata de tizne, cubría la superficie del café con leche, y que una mermelada negra, tan semejante al betún de limpiar zapatos, se había pegado al pan y al queso blanco.


¡Entonces, no aguantaron más!... ¡Se levantaron todos, sin que nadie los hubiera convocado, y comenzaron a golpear los platos contra los mesones!... La algarabía se oyó en media ciudad. Las autoridades ambientales, ordenaron el cierre de un muelle vecino, que se dedica a cargar carbón a cielo raso, sin mayores precauciones ni cuidados, sin tubos cerrados ni conductores protegidos. "Seis días después el muelle fue reabierto"...


A esa misma hora, en la región acuática de La Mojana, que cubre un gigantesco territorio húmedo de los departamentos de Bolívar, Sucre y Antioquia, bajaban resoplando los ríos Cauca y san Jorge, que se desbordan en caños y ciénagas. El apóstol Ordóñez Sampayo, que se ha gastado la vida defendiendo de la contaminación a campesinos, cosechas y animales, apareció en la plaza de Guaranda, con el dictamen médico en la mano: ¡Los doctores certificaban, que los tres niños que nacieron deformes, tenían mercurio en el sistema sanguíneo!...


El terrible mal de Minata, como lo saben los japoneses, porque las empresas en cualquier parte del mundo, en Tokio o en Majagual, arrojan porquerías químicas a las corrientes, y primero se pudren las aguas, y después nacen degenerados los peces y los camarones, y después nacen sin ojos los niños cuyas madres, en aquellos caseríos extraviados de la mano de Dios, consumen esa agua y esos pescados.


En las cabeceras de ambos ríos, las compañías mineras, que buscan oro entre la tierra, hacen sus excavaciones con un sancocho de mercurio y ácidos. Arroyos y acequias se llevan el mazacote. Los bocachicos mueren con la boca abierta en los playones. Las espigas de arroz no volvieron a crecer.


En medio del desastre causado por las inundaciones, y como si fuera poco, las yucas harinosas de antes, florecen ahora con un hongo químico a manera de cresta. El hambre campea entre los pocos ranchos que no se ha llevado el invierno. Las emanaciones de las lagunas, huelen a lo mismo que huele un laboratorio de detergentes.


Hay que decir, también, que los empresarios mineros se defienden diciendo que Ordóñez Sampayo está loco. ¡Claro que está loco: Ningún hombre cuerdo, expone su pellejo, ni dedica su vida entera a defender a un ruiseñor, una mojarra, un plátano pintón, una mazorca de maíz o a una mujer embarazada, que carga un fenómeno en el vientre.


Epílogo...


Aquella mañana, cuando los pescadores de Santa Marta regresaron a la playa, el periodista Caballero los acompañó en su tarea de descamar y abrirles el buche a los escasos pescados que traían.


-¿Qué es éso? -preguntó, intrigado, al ver unas bolas negras en el estómago de un bagre.


-¡Carbón, amigo -le contestó uno de ellos, levantando el animal-. Pelotas de carbón. Eso es lo que comen ahora!...


Caballero tomó más fotografías y se las llevó a algunos funcionarios de la industria carbonera.


-¡No se preocupe -le contestó el gerente-. Vamos a construir un nuevo muelle de última generación!...


-No lo dudo -dijo el reportero, con una mueca de dolor que parecía sonrisa-. No lo dudo: ¡será la última generación!...


El día que Caballero me contó esa historia, y me enseñó sus fotografías, ya no sentí ganas de echarme a llorar, como la vez aquella del langostino bañado en combustible. ¡Lo que sentí ahora fue rabia!... 


¡Cuando ya no quede una sola hoja de acacia, cuando el último pulpo haya muerto atragantado con ácido sulfúrico, y cuando nuestros nietos nazcan con un tumor de carbón endurecido en la barriga, entonces será demasiado tarde!... 


Dispondremos de computadores infrarrojos de última generación... ¡pero ya no habrá agua para beber!... 


Los celulares de rayos láser, se podrán comprar en las boticas... ¡pero el sol no volverá a salir!... 


Los niños encontrarán el algoritmo de 28 a la quinta potencia con solo cerrar los ojos... ¡pero dentro de 20 años no sabrán de qué color era una golondrina!...


¡Los invito a todos a ponerse de pie, antes de que se marchite el último pétalo!... 


¡Usen el arma prodigiosa del Internet para protestar!... ¡Hagan oír su voz!... ¡Que el correo electrónico de los colombianos, sirva para algo más que mandar chistes y felicitaciones de cumpleaños!... 


¡Porque, si seguimos así, el día menos pensado, no quedará nadie que cumpla años. Ni quién envíe felicitaciones!...


Por: JUAN GOSSAÍN 

Periodista del Diario El Tiempo - Bogotá, Colombia.

CARTAGENA DE INDIAS | 9:28 p.m. | 06 de Diciembre del 2010/ 

Fundación Cuatro Soles... Armenia, Quindío, Colombia

WebSite: www.fundacioncuatrosoles.com

Miami, Florida USA

WebSite: www.spiritualkey.com

DE: UN MAPA DEL CAMINO ... "EL BOSQUE INTERIOR" ...

UN MAPA DEL CAMINO....EL BOSQUE INTERIOR
Había una vez un hombre, que caminaba perdido en el sendero Espiritual. 
Estando paseando por el monte, solitario, triste y preocupado, 
de cómo podría ver la luz, oyó una voz que le dijo:


¿A dónde vas buen hombre?...


Un poco asustado al oír aquella voz, contestó:


-Llevo años queriendo ver ya de una vez la Luz , pero ni la veo ni sé dónde buscarla.


Sonriendo, aquella voz le dijo: ¡Hijo mío la luz no se busca, está siempre delante de tí¡.. lo que pasa es que tienes un bosque de árboles entre tú y ella que no te la deja ver.


-¿Quieres decir, que los árboles mentales que tengo, no me dejan ver la luz?...


-Así es, por lo tanto, has de ir talando todos los árboles que están entre tú y la Luz, pues ellos te impiden verla.


-¿Y cómo puedo hacer eso?, le preguntó el hombre.


-Mira, te enseñaré cómo hacerlo... Siéntate en la base de ése árbol, mantente en silencio, y ve observando los árboles que tienes, ve talándolos mentalmente, todos y cada uno de ellos.


Así pues, aquél hombre se puso manos a la obra, y empezó a ver su primer árbol. Vio el árbol de la Impaciencia y lo taló, luego vio el de la Intolerancia e Incomprensión hacia los demás, siguió cortando el árbol de la Vanidad y del Ego, cortó también el árbol del Rencor y el No Perdón a los demás, siguió con el árbol de Juzgar y Creer Ser Superior a los demás, y siguió y siguió…….


Pasado un rato, la voz le dijo:- ¿Cómo vas?...


El hombre le contestó:- Voy bien, acabo de talar una gran hilera de árboles que no me dejaban ver la Luz, pero aún no la veo, hay otra gran fila de árboles, ¿qué árboles son éstos?... preguntó el hombre.


La voz le contestó: Son los mismos árboles de antes, pero ahora son a nivel espiritual... Son los árboles de la Vanidad Espiritual, Intolerancia Espiritual, el árbol de Creerse en Posesión de la Verdad…. y éstos árboles son peores que los anteriores... ¡córtalos muy bien!...


Así pues, el hombre siguió talando la siguiente hilera de árboles. Taló el árbol de Creerse Ser un Elegido, de Creerse Maestro, taló el árbol de Querer Salvar al Mundo, taló también el árbol de Su Religión y siguió, y siguió...


Pasado un rato, la voz le dijo:- ¿cómo vas?


Acabo de talar otra gran hilera de árboles que no me dejan ver la Luz, pero aún no la veo, hay otra gran hilera de árboles, ¿qué árboles son éstos?... preguntó el hombre...


La voz le contestó:- Estos árboles son muy importantes de talar; éstos árboles te sirvieron en su momento, pero ahora has de cortarlos todos... Claro que es decisión tuya hacerlo o no, pues no querrás talarlos, pero ya debe ser elección tuya, así que observa bien éstos árboles y decide tú que quieres hacer...


Así que... el hombre observó y taló dichos árboles, taló el árbol de No Creer ya en Maestros Ascendidos, de No Creer en Ángeles, el árbol de No Creer en Seres de Luz, de No Creer en Todo lo que Leyó y Le Enseñaron, y siguió talando y talando, y aunque le costaba mucho talar tántos, pues se estaba quedando sin nada, él siguió adelante……


Pasado un rato le dijo la voz: -¿Cómo vas?


Este hombre le contestó: -Voy bien, ya se ve algo de Luz, pero estoy viendo dos últimos árboles, uno es enorme y otro más normal, ¿qué hago ahora con ellos?...


La voz le dijo:- ¡Antes de talarlos, mira bien qué representan dichos árboles!...


El hombre se concentró, y al ir a cortar el árbol más normal, vaciló y rápido fue a consultar a la voz.


Exclamó; -¡Ese árbol es mi SER, ¿cómo quieres que lo tale?...


La voz le contestó: -Si quieres ver la Luz, has de talarlo, pero éso ya es elección tuya.


Así que aquél hombre, un poco asustado, lo taló y se quedó sin creer en Su SER...


Pasado un rato la voz le dijo: -¿Cómo vas?


-Ya he talado ese árbol, le contestó. Y la voz le preguntó ¿y aún sigues vivo?


El hombre contesto, sí.


¡Pues entonces sigue!... le dijo la voz.


Así pues, el hombre se puso a talar el último y enorme árbol que no le dejaba ver la Luz. Pero cuando fue a talarlo, se dio cuenta de lo que representaba el último árbol y fue corriendo a preguntar otra vez a la voz.


Super asustado, aquel hombre le dijo a la voz... ¡Madre mía! ¿Tú sabes qué árbol es ése?... ¡Es Mi Dios!...


-Así es, le dijo la voz... ¡tálalo también, si quieres ver la luz!...


- ¡Uf, contestó aquél hombre, eso si que me va a costar... pero lo haré!...


Pasado un rato le dijo la voz: -¿Cómo vas?


-¡Muy bien!... ¡ya veo la Luz, es preciosa y todo amor, es increíble!... ¡Muchas gracias de todo corazón, por ayudarme a ver la Luz! le dijo el hombre entusiasmado.


-No corras tanto, le replicó la voz, aún no hemos terminado, ésa Luz que ves, es aún un espejismo, tienes que talar el último árbol para poder ver la verdadera Luz.


-¿Cómo? Dijo sorprendido aquel hombre, yo no veo ningún árbol más...


- Ese es el problema, nunca veis el último árbol... Ese árbol eres tú mismo, y ves la Luz a través de tu árbol, no de tí, tálate tú y verás la luz...


Aquél hombre no podía creer lo que estaba oyendo, pero se puso en marcha y taló su propio árbol. Pasado un rato le dijo la voz:- ¿Cómo vas, ya has visto la Luz?...


Y aquél hombre... con todo Amor, Paz y Felicidad, le dijo a la voz: 


¡No he visto la Luz!...


!!!SOY LA LUZ!!!...


Autor desconocido