Como los radios de la bicicleta,
todos los caminos indicados
por las grandes religiones
llevan al mismo centro,
a la devoción y la iluminación.
No hay un camino mejor
o peor que otro.
Hay grandes verdades,
belleza y sabiduría
en todas las grandes
tradiciones religiosas.
No es necesario que
abandonemos nuestra tradición.
Al fin y al cabo,
unos prefieren las rosas,
y en cambio a otros
les gustan más las flores silvestres
o los girasoles.
Todas tienen su belleza propia
y el Creador hace
que el mismo sol las ilumine,
que la misma lluvia las alimente,
son distintas,
pero todas son especiales.
La lluvia cae sobre las malas hierbas,
igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las cárceles
igual que en las iglesias.
La luz del Creador no discrimina,
y tampoco la nuestra debe hacerlo.
No hay un único camino,
una única religión,
una única ideología.
Sólo hay una hermosa luz.
Cuando caen nuestras barreras,
todas las flores pueden
florecer juntas,
en un jardín de esplendor sin igual,
en un paraíso terrenal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario