Aprendí a no pertenecer a las personas.
No pertenecer ni a mí misma. Ni a mis pensamientos ni a mis límites. Ni siquiera a aquello que yo vivía y que me hacía sufrir.
Éste fue un gran paso en mi camino de crecimiento personal.
Un día fui mujer...
Un día anduve con muchas mujeres...
Un día quise superarme y ser más que todas ellas...
Un día quise conquistar el amor...
Y esos sentimientos me confundieron, encontré que era sólo eso.
No entendí que estaba presa. No entendí que, con todos aquellos fracasos y sentimientos mal resueltos, estaba presa. Pensando siempre en las mismas cosas, haciendo siempre las mismas cosas, recordándome siempre de las mismas tristezas.
Culpé a un hombre, aquel que amaba. Aquel que no me quiso, aquel que también me quiso.
Porque viví una gran pasión con un hombre que no podía ser mío. Un hombre que no formaba parte de mi camino de vida. Y fue una gran pasión.
Subí a las montañas más altas, enfrenté los mayores desafíos personales, para ser mejor de lo que era. Y aquel amor me enseñó mucho, en la misma condición que me hizo perder mucho. Porque, en nombre del sentimiento quise siempre ser mejor. Busqué siempre algo más bonito, algo más rico, algo más bello, algo más sabio.
Aquel amor, aquella idea... Me impulsaron siempre hacia el frente, para ser más. Y busqué aquella superación, busqué todo eso porque encontraba que si fuese perfecta, sería amada. Encontraba que si hiciese todo, estaría feliz y sería recompensada.
Y cuando eso no sucedió, de acuerdo con lo que planee e imaginé, como la solución y la alegría de mi vida... caí en picada en lo más profundo de los infiernos. Y me mezclé con energías muy pesadas y sentimientos muy tristes... Depresión, llantos, y lágrimas.
En aquella época no entendía bien a los espíritus. Y encontré que la vida era así: oscura. Y me sentí presa. Encontré que pertenecía a aquel mundo.
Y fueron años de mucho sufrimiento. Fueron tiempos que no sabría contar. Hoy, afirmo que no quiero contar. Porque fue mucho.
Tan grande ese tiempo, que manchó mi alma, que me llenó de agujeros, de vaciamientos de energía. Porque nada salía bien y estaba negativa, triste.
Cada movimiento que hacía para desprenderme, de la falta de amor, del sentimiento de abandono... Era como si tuviese que atravesar un gran desierto, o un caudaloso brazo de mar. Todo era difícil, porque mis sentimientos eran oscuros....oscuros...
Quería lo que no podía tener. Fue un gran caso de amor.
Porque, aquel hombre que yo amaba, me hizo su amante. Entonces me llenó de sueños y de promesas.
Verán, entró y salió de mi vida muchas veces. Y esa era mi mayor inestabilidad. Porque creía que todo sucedería todo de una vez, y después me frustraba porque nada sucedía.
Los golpes emocionales eran inmensos. No bastaba que él me diera dinero, y él me dio mucho. No bastaba que me proporcionara cosas buenas, porque él me dio lindas joyas, casa y tantas cosas... Pero no era eso lo que quería.
Quería la presencia. Quería el amor.
Después pasé a querer el título, el nombre, el sobrenombre, la formalidad.
Y parece que cada vez que quería alguna cosa, aquello se me escapaba como pompas de jabón se escapan de las manos de un niño. Y todo fue quedando muy, muy distante.
En aquella época era noble, vivía entre la nobleza. Y fui visitada por el Conde de Saint Germain. Él era un hombre muy gentil, muy educado. Y fue traído a mi casa por otros nobles.
Y a pesar del inmenso dolor que sentía, frecuentaba la sociedad. Las personas iban a mi casa y yo iba a la casa de las personas. Conversaba y hacía de cuenta que mi infierno personal, no era tan infernal. Y no mostraba lo que sentía, no compartía mis ideas con los otros. Era algo mío, un infierno personal.
Y en esa visita, él llegó hasta mí. Y viendo que yo bebía y me reía, y conversaba con mis invitados, y hacía tantas escenas...
Yo era una artista. Porque aprendí a mentir y a hacer tantas cosas. Aprendí a mostrarme y a esconderme.
Y él me miró a los ojos. Tenía ojos azules tan oscuros, como si fuesen brillantes de estrellas, no sé explicar. Los ojos más lindos que vi.
Y tocando el fondo de mi alma me dijo tan sólo una cosa:
-Tienes que aprender a no pertenecer a nada, ni a nadie. Ahí serás feliz!
Palabras simples.
Él me hablaba de felicidad.
Oí aquello, y fue divertido porque era una fiesta, muchas personas hablaban... Música de fondo, personas bailaban, reían, brindaban, mucho barullo. Pero, de repente, cuando él habló, aquello vibró dentro de mí...
Fue como si todo a mi alrededor hubiese quedado en un gran silencio. Y sólo oí la voz de él.
Aquellas palabras fueron tomando sentido.
Tenía que "aprender a no pertenecer"
Me quedé pensando, que de hecho yo pertenecía a las cosas. No a aquel hombre que amaba, o encontraba que amaba. Sino, a toda situación.
Aquello que estaba a mi alrededor, en mi entorno, era tan intenso. Tan lleno de sufrimiento y dolor. Estaba totalmente envuelta en aquello. Aquello era mi vida. Despertaba pensando en mis situaciones, dormía pensando.... Era el tiempo entero. Buscando soluciones, buscando alivio.
Y, al contrario de encontrar cualquier solución, encontraba más peso, más dolor, más sufrimiento.
Y a la mañana siguiente, cuando desperté sola en mi casa, tenía grandes espejos en mi cuarto... me miré y me vi diferente de lo que era. Fue, el comienzo de mi nueva vida, cuando comencé a desprenderme... De las creencias, de mis necesidades. Y comencé a mirar todo lo que existía a mi alrededor de otra manera.
La Luz del Maestro de la Llama Violeta me tocó!
Fue un toque, mayor que las palabras. Fue un movimiento que movió mi Alma...
No pertenecer!
Ni a las cosas, ni a las personas. Y no desear que las personas y las situaciones me perteneciesen.
Entendí que no precisaba dominar todo, poseer todo, tener respuestas para todo. No precisaba de las cosas externas para sentirme totalmente segura. Y no precisaba del amor de alguien para ser quien era.
Y ahí, mudé mi vida.
Dejé de hacer uso de las artes mágicas, porque hasta la magia negra busqué. Comencé a usar mis sentimientos para amarme, para reconocerme.
Y es éste el camino que sigo hasta hoy. El camino del auto-reconocimiento.
Yo Soy quien "Yo Soy".
Me reconozco, y muchos de ustedes ya me vieron, ya hablaron mi nombre.
Reverencio al Gran Maestro de la Llama Violeta.
Reverencio al camino de la Luz. Y al servicio de la transformación del karma, actúo donde me cabe.
Ofrezco a ustedes mi Amor y mi Luz.
Yo Soy María Padilha.
Y sé quién "Yo Soy". Y me enorgullezco de ser.
Al servicio del bien mayor y de la elevación de la conciencia.
Vibren en la Luz y reconózcanse y pertenezcan a sí mismos.
Porque el hombre que sabe quién es, y reconoce su Luz, deja de sufrir.
Y ese es el gran aprendizaje de la Humanidad.
Tengan Luz y tengan Paz.
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Canal: Maria Silvia Orlovas
Nome de Referência: Eu aprendi não pertencer as pessoas
Mentora: Maria Padilha
Data: 14/08/2013
Local: Espaço Alpha Lux
Traducción - Ciudadanos Galácticos
Publicado 4 hours ago por Juan Pablo
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
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