Te escucho Padre...
Deseo hablaros del dolor,
como guías espirituales debéis prepararos para enseñar a combatir el dolor,
pues el dolor forma parte de vuestra vida.
A nadie le gusta sufrir,
pero es una realidad que está presente en la vida de los hombres,
y debéis saber dar respuestas a dicho momento.
El dolor es una experiencia en vosotros, y el sufrimiento es lo que vosotros habéis concluido sobre él. Es necesario enseñar a mis hijos el manejo del dolor, a fin de que en el momento que lo precisen, puedan hacerle frente, y que en sus vidas puedan mantenerse firmes y en paz.
Cuando el sufrimiento aprieta el alma, el primer paso para hacer frente al dolor es hacerlo parte vuestra... Por lo general, en primera instancia el hombre rechaza el dolor, no le agrada sentir ni dolor físico, ni dolor espiritual, que es el que los hombres denominan "dolor del alma", que por cierto existe; muchos tratan de negarlo y dicen que el alma no duele. Si vosotros os herís en vuestra humanidad; sentís el dolor provocado por un filo o un golpe que ha sido impactado en vuestro cuerpo; ahora, ¿Cómo creéis que impactan en el alma, los golpes y las heridas que os provocáis continuamente entre vosotros?...
De la misma manera que en el cuerpo físico, el dolor del alma, hijo mío, suele ser en muchos casos, más insoportable que el dolor físico... Es lo que a muchos de mis hijos los ha llevado a dar fin a sus vidas... ¡la vida que con tanto amor vuestro Padre os ha dado!...
Es el dolor del alma que como maestros debéis encauzar.
Podéis tener la certeza de que Yo, vuestro Dios, vuestro Padre y Creador, no sufro y no deseo que ninguno de mis hijos sufra. He escuchado tántas oraciones, tántos gritos de clamor pidiéndome ayuda... ¡por favor Dios, termina con éste sufrimiento!... Eso quiere decir, ¡que pensáis que ése dolor ha sido creado por Mi!... y que sólo Yo, con mi omnipotencia, puedo cortar ése dolor de raíz, y de ésa manera detener vuestra tortura.
Esta plegaria a veces surte efecto... ¡y los hombres piensan que vuestro Padre ha quitado su sufrimiento!... pero el sufrimiento no se cura fuera vuestro, se cura en vuestro interior. El mecanismo hijo mío de superación del dolor, de sanación desde el interno, no externo, tanto como os viene el dolor, pues vosotros mismos lo provocáis y de la misma manera vosotros mismos podéis darle fin... En vosotros está la fuerza y el poder, pues se os ha dicho que sois el mismo ser en Dios, por lo tanto, podéis superar y sanar todos los dolores y sufrimientos corporales y espirituales.
Si verdaderamente deseáis reencontraros en vuestra unión con el Creador, es preciso que sepáis, cómo es lo que es, lo que vosotros llamáis sufrimiento. Cuando sois capaces de visualizar en vuestro interior, aquello que os causa sufrimiento, entonces habréis mirado el rostro de Dios, pues veréis que lo que os causa dolor, es la fuente de poder que vive dentro vuestro; ése poder que os hace obrar bien, y con el mismo poder os hace obrar el mal; y podéis manejar ambas cosas con la misma sabiduría que hay en vuestro interior.
Todo lo lleváis dentro, por éso es que algunos de mis hijos, cuando callan tanto tiempo la Voz que clama en su interior para salir, estallan como un volcán, y suelen poseer el don de quitar todo dolor de su interior, y se convierten en los más grandes santos del mundo y en los más fieles servidores. Durante mucho tiempo de su vida estuvieron inmersos en el dolor, pero cuando encuentran dentro de su ser a Dios, cuando descubren que en ése dolor vive Dios, entonces pueden renacer y en ésa experiencia rica de unión con Dios, se llega a un final inmediato del sufrimiento, y cuando el sufrimiento termina, comienza la compasión... Primero la compasión por sí mismos, y luego la compasión por los otros.
La verdadera compasión que hace que los pensamientos y los sentimientos se tornen en acción... de allí la conversión que sale de la compasión, al descubrir que toda una vida habías estado sufriendo, y todo el sufrimiento que innecesariamente habías estado pasando... ¿es así hijo mío verdad?... tu lo has experimentado ya... Es una riqueza inmensa, que dentro de ti lleves ese conocimiento que ha atravesado todos los estadios necesarios: el dolor, el sufrimiento, el no encontrar sentido al sufrimiento... y luego, cuando la Voz de tu Padre resonó dentro de tí, dio inicio a la compasión. ¡Sentiste compasión de aquél hombre que fuiste y que sufrió innecesariamente, pues Dios vivía dentro de tí!... Así luego se despertó en tí la compasión hacia los otros, y hacia el sufrimiento que todo el mundo está atravesando, innecesariamente, en éste preciso momento, y así piensan por las noches o por las tardes de oración.
¡Si tan sólo supieran… -dices dentro de tí-... si tan sólo comprendieran lo que Dios es!…
¡Te he visto y te he escuchado!... y es cierto hijo mío... ¡Si tan sólo supieran cuánto los amo!... y porque no saben, sufren... Eso hace que dentro de ti fluya como manantial de agua fresca, el deseo de poder socorrerlos, de poder confortarles, y brindarles comprensión para que de ésa manera, puedan alcanzar como vosotros, el fin de la separación con vuestro Creador; con su Padre que los ama. Cada uno se sentirá, como un sólo ser en Dios, y en la medida que me podáis sanar en vuestro interior, de ésa manera poder ser mis guías espirituales, y caminar por el mundo ofreciendo a todos la sanación.
El hombre tiene la facultad de poder terminar con el sufrimiento de los otros, y al terminar con el sufrimiento de los demás, termina al mismo tiempo con su propio sufrimiento... éste es el círculo de la vida. Todo en la vida... ¡el universo es un círculo, sin principio ni fin; así que lo que hagáis por vosotros lo hacéis por los otros!...
Hijo mío... debo decirte algo muy importante, que no creo que hayas aprendido de tu maestra. ¡Los maestros trabajan para sanar a los demás, porque es la manera de sanarse a sí mismos!... ¡Sanando a otros, sanan sus dolencias espirituales y físicas!... Lo que sanáis en vosotros, lo sanáis en los otros, ese directo circular, es inagotable hijo mío... Lo que sale por el frente de tí, toca tu espalda también; hijo mío, lo que va, viene... Es un ida y vuelta de todas las cosas... No puedes sanar algo en tí mismo, sin que tenga efecto saludable sobre los otros... ¡De manera similar, no puedes sanar algo en otros sin que tenga efectos saludables en ti!...
Debes tener claro éste principio... Por eso es que todo pecado es de carácter social, pues cuando el hombre peca, peca en contra de sí mismo, y de su prójimo, y del mundo entero. No se perjudica sólo a sí mismo, sino que hiere de alguna manera a todo el mundo, y contribuye al imperio de las sombras. Así como cuando el hombre realiza una buena acción, contribuye a diseminar la luz. ¡Toda sanación hijo mío, es universal, así ha sido escrito!...
¡Cuando una persona se abre más a Dios, todos los cielos estallan de júbilo... y la fiesta del universo es inmensa!...
Ahora sabes hijo mío, que los procesos de la vida son circulares. Si ése círculo se mantiene dentro vuestro, es la separación de Dios y de los demás, y cuando esa separación llega a su fin es necesario que redescubráis el sentido de la palabra Compasión, que utilizáis mal. Compasión es abrirse al don de Dios, recibir dentro vuestro todo su amor y toda su sabiduría. Compasión es el comienzo de la sanación. La compasión es la medicina del sufrimiento. Sentíos felices, cuando la compasión surge desde dentro vuestro.
Y cuando surge desde dentro de los demás, quiere decir que un alma ha roto su distancia con Dios; ahora Dios vive dentro de su ser. Así que, hijo mío, siempre ten presente que cuando el sufrimiento termina, comienza la compasión, y con la compasión acaba el sufrimiento, por lo tanto, la compasión es el camino a la unidad con el Creador... Cuando sois capaces de abrir el camino de la comprensión, encontráis que es el sufrimiento lo que abre el camino a la unidad con el Creador; de ésa manera os descubro ante vosotros una nueva y maravillosa realidad.
El camino a la unidad con el Creador, puede lograrse a partir de poder ser capaces de explorar las causas del sufrimiento... ¿lo comprendes hijo mío?... Si miras en profundidad lo que tu Padre ha dicho, verás los pasos que a lo largo de tu vida has ido dando tú, por indicación de vuestro Padre, para poder llegar ahora a comprender y de ésa manera enseñar, guiar y transmitir. la unidad con el Creador también puede simplemente lograrse, teniendo compasión por otros... Aunque muchas veces no comprendáis las causas del sufrimiento, es preciso tener confianza y analizar desde vuestro interior, la unión con el Padre Eterno.
Deberán enseñar, hijo mío, la oración contemplativa... ¡Deberán enseñar a los hombres a elevarse a Dios!... ¡Te guiaré en todos los pasos, que son menester llevar a cabo, y la primera elevación será la tuya!. ¡Llegarás a tocar mi corazón!... ¡verás la luz que emana de tu Padre!... y cuando hayas logrado ésa elevación, podrás enseñar a quienes deseen llegar a Mí... Pero deseo decirte hijo mío, que la elevación siempre ha de ser, para llegar a conectarse con vuestro Creador... ¡Un discípulo, no puede elevarse para conectarse con el hombre que hay dentro de tí, sino con Dios!...
No se flanquearán las puertas de quienes deseen perturbar vuestra casa, pues es recinto sagrado... He mandado construir grandes murallas y he puesto a mis ángeles a la puerta, pues éste paso deberás enseñarlo, y los que aprendan, estarán tentados de llegar a tí, pues tu luz, es la luz de Dios; pero su destino es otro... su destino es conectarse con su esencia, con su Dios. Cada noche, mis guardianes cumplen su misión y lo seguirán haciendo, pues donde moráis vosotros, moro yo también, no sólo os guardan a vosotros, sino que guardan a vuestro Señor y su familia divina.
- Padre estoy débil...
Hija mía...Descansa, ya los niños consumen mucho de ti, os amo inmensamente...Yo deseo que hagas un esfuerzo hija mía, deseo hacer algo.
- Si Padre dime...
Alcánzame ésa jofaina.
- ¿Cuál Padre?
La que está sobre la mesa.
- Aquí la tienes Padre.
Ahora agrega el agua que está en el cántaro.
- Si Padre...
Yo bendigo con mi Padre ésta agua.
- Ahora Padre... ¿Qué haces?
Me arrodillo ante vosotros.
Padre... ¿Por qué haces éso?
Os lavaré los pies...
Ahora, el que desee ser el primero, que se haga el último de todos.
Yo os creé a mi imagen y semejanza, y Yo os lavo los pies, repitiendo el gesto de mi Hijo Jesús con sus discípulos.
Vosotros sois mis servidores y os seco con mi manto.
Amén.
MENSAJE DEL PADRE CELESTIAL
53 - 3°
Canal: Starr
19/11/2010
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