Perdonar para perdonarnos…

A veces tenemos cerca personas que nos llevan a estados exaltados del ser, nos ponen en la encrucijada de tener que perdonar o bien romper el vínculo cargando, en ambos casos, con el sabor amargo del drama del que hemos sido parte. Ya sea que descubrimos una infidelidad, una traición, un abuso, un engaño o simples y cotidianos gestos de desprecio y maldad; en todos los casos y siempre que tengamos la sensibilidad no solo para percibirlo sino para padecer estos actos, nos veremos en una situación de decisión. Ante nosotros se abrirán dos alternativas al menos, una es la de perdonar y seguir adelante y, la otra será la de no perdonar, no dejar pasar el hecho y reclamar la solución  e indemnización correspondiente.
Analicemos un poco más en profundidad. Partimos de la base de que la vida está regida por leyes que determinan el Orden Natural de las Cosas. Existe lo que llamamos “ley de atracción”, ley de resonancia armónica, o como queramos llamarla. Esta ley vincula las partes que resuenan entre sí de manera tal que de esa unión se cumpla el propósito que da sentido a cada parte. El ejemplo más sencillo y habitual para explicar esto es el del rompecabezas. Las piezas del rompecabezas tienen como fin vincularse con las otras para dar forma y sentido ala imagen que de su unión ordenada resulta. La ley de resonancia armónica es lo que hace encajar el cóncavo con el convexo. El sentido del cóncavo es el convexo y viceversa, pues de  la unión de ambas partes surge una parte aún mayor, la imagen va tomando forma y se va componiendo la plenitud, la totalidad.
Ahora, regresemos al tema de este artículo ¿qué es lo que nos hace resonar con esas personas que nos hacen daño, o que nos someten a pequeñas dosis diarias de desprecio o maldad? precisamente es el mismo principio de Resonancia Armónica, somos el convexo y ellos son el cóncavo, pero, ¿por qué resonamos con esas personas y debemos experimentar su desprecio, traición, maldad? Pues, porque necesitamos el estímulo que esas personas nos proveen, necesitamos someternos a sus dosis de maldad y desprecio pues, esas personas representan en “lado oscuro” que nosotros también tenemos. ¿Cómo experimentar nuestro lado oscuro si acaso no es otro quien lo representa para nosotros, para que lo veamos y sintamos tal cual el otro lo siente? Esta es la razón por la que necesitamos al otro y su maldad y desprecio, para perdonarlo y así, perdonamos nuestro lado oscuro y, solo cuando perdonamos y nos perdonamos, solo allí podremos neutralizar la oposición que nuestro lado oscuro ejerce a nuestro lado luminoso.
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Necesitamos el perdón! es fundamental para que se produzca el Matrimonio Primordial entre nuestros dos aspectos, el Yo Ego y el Yo Espiritual, y para que ambos se fundan en una nueva y única identidad YO SOY. Sin el perdón no hay posibilidad de integración pues, mientras no haya perdón habrá disonancia y mientras haya disonancia no será posible la integración perfecta tal cual las piezas del rompecabezas entre el cóncavo y el convexo.
El otro, ese o esa que actúa con maldad, con desprecio, que nos traiciono, que nos engaño, que se abusa… nos está dando la oportunidad de vernos, de experimentar nuestro lado oscuro y de perdonarlo para perdonarnos e integrar ese lado en la Luz y regresar así a la UNICIDAD DEL SER!.
Perdonemos, perdonémonos!
Saludos, Nicolás Niglia
Perdonemos, perdonémonos!


Saludos, Nicolás Niglia


Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar

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