Muchos de ustedes han acudido hacia los Reinos Celestiales
pidiendo ayuda, asistencia y milagros.
Nunca antes escucharon las Huestes Celestiales y los Ángeles semejante clamor.
Nunca antes, hemos enviado millones de ángeles
para que vengan y envuelvan a la Tierra.
En el Mundo Angelical nos revestimos de muchas formas, colores y energías. A veces nos presentamos como una sola gota de lluvia sobre su rostro. A veces nos presentamos como la brisa que roza su mejilla. A veces nos pueden ver en las nubes como una brillante luminosidad. A veces somos un único punto de luz diminuto, y otras veces somos lo suficientemente grandes, como para envolver a toda la Tierra con nuestra luz.
Variamos en tamaño, color y luz. Variamos en tareas y posición y en comprensión de los humanos. Nosotros no somos quienes han caído de la muerte. Somos una clase de seres totalmente distinta, una que escucha cada seña y llamado de ustedes. El Padre Celestial nos envió para que estuviéramos a cargo de ustedes...
Finalmente, después de tanto tiempo, se nos libera para que hagamos nuestro trabajo, para amarlos y protegerlos. Cada uno de ustedes está rodeado por una multitud de nosotros. Revoloteamos como mariposas en el rosedal de un palacio...
Al nacer, se les dio un ángel guardián. Venimos para permitirles experimentar la gracia, la gloria de la paz en medio de toda la agitación. Somos los que traen una sonrisa a su rostro, en medio de un día frenético cuando por tan sólo un instante nos recuerdan y por un momento experimentan la paz...
Nosotros somos tan reales como ustedes. Simplemente estamos en una frecuencia de luz distinta. Lloramos por ustedes, reímos con ustedes, hablamos de ustedes, pensamos en ustedes, ¡porque estamos enamorados de ustedes!... Estamos enamorados de sus alegrías y nos entristecen sus heridas. Porque cada parte de ustedes resuena con una parte de nosotros, pero necesitamos toda su atención, mientras pasan por estas próximas secuencias de tiempo. Envíennos a los campos de batalla. Envíennos a aquellos que duermen con miedo. Envíennos a quienes sufren. Se nos debe enviar a toda la humanidad. Desafortunadamente, ustedes sólo nos llaman en momentos de desesperación, pero siempre estamos aquí.
Permítannos venir a su mundo, hacer sus mandados de luz, hacer sus diligencias de esperanza, hacer sus mandados de sanación. Es nuestro trabajo, pues servimos al Creador por ustedes. No sigan acumulando cargas pesadas en su alma. Permítannos, con su pedido, aligerar su carga literalmente. Envíennos a aquellos por quienes se preocupan. Envíennos a quienes sólo piensan en sí mismos y en nadie más. Envíennos al día anterior a aventurarse. Los milagros están contenidos en nuestros corazones y van de nuestros corazones a sus manos. Recíbanlos con su convicción. Recíbanlos con su fe.
El mismo Padre Celestial nos envía a la humanidad... Al principio mirábamos a los humanos con desdén, pensábamos cómo era posible que un ser tan inferior, una especie tan inferior, supiera cómo delegar en nosotros, filamentos de luz celestial tan bellamente delineados. Al observarlos calladamente a través del tiempo, sabemos que ustedes tienen un gran corazón en su interior y una gran posibilidad para el futuro. Este conocimiento nos trae alegría. El saberlo nos ayuda a involucrarnos en sus asuntos cotidianos...
Porque como he dicho, somos diminutos y somos vastos, más allá de su conocimiento. Ustedes conocen a muchos de nuestros comandantes, tales como Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael, pero ellos no son más que unos pocos de billones y billones de nosotros a la espera de su reconocimiento, a la espera de que nos pidan que entremos en sus vidas y en su corazón. Porque ése es nuestro trabajo y el Padre nos empuja a hacerlo...
No podemos ser llamados a la acción, a menos que lo hagan ustedes. Nos sentamos al borde de la luz, esperando su llamado como una jovencita enferma de amor la noche de una cita...
¡La verdad, es que nos hemos enamorado de ustedes!... Finalmente les hemos abierto nuestro corazón... y todos los resentimientos del pasado se han disuelto... Ahora comprendemos los deseos y las ansias del Creador. Ahora comprendemos el destino de la humanidad... Porque al principio -su principio- no entendíamos... Así que permítannos amarlos y permítanse amarnos. Trabajaremos como un equipo, para ayudarlos a disolver todo el dolor de la Tierra. Permitan que los ayudemos a sanar. Permitan que los ayudemos a traer más amor a sus matrimonios, a sus familias, a su vida. Somos mucho más que lo que comprenden. Los amamos. Los amamos de verdad. Les pedimos disculpas de corazón por cualquier tristeza que les hayamos causado en el inicio del tiempo...
Comprendan que esta batalla que libran en la Tierra, ha caído desde los cielos para representarse en la Tierra... Permitan que vengan los ángeles de luz. Es hora de que restablezcan lo que estuvo divinamente dirigido, para que hicieran en el principio. Invoquen a los ángeles y ellos estarán aquí con una palabra, un pensamiento y una respiración...