MARÍA DE NAZARETH
CUANDO MANIFESTÁIS EL AMOR DIVINO ME ENTREGÁIS PÉTALOS DE ROSAS
POR MARÍA RUSO (ADEHENNA)
6-6-2014
¡Soy vuestra Madre!
María Reina de los Cielos y de la Tierra
Adorados niños de mi corazón, mi presencia se hace presente a pedido de mi fiel canal, y se manifiesta a través de mi signo indiscutible el sol, giros y giros, producen un prisma de múltiples colores, es un arcoíris de luz, que ya en estos tiempos es muy familiar verlo, porque las energías existentes son claras y notables.
En vuestros cielos está la respuesta a todos los acontecimientos que se vienen produciendo y los que vendrán próximamente, que serán mas intensos, y debéis preparar, vuestro equipaje de luz, con mayor intensidad.
La ascensión ya es un hecho visible, todo se modifica y se cambia muy vertiginosamente, pues vuestra presencia de luz se hace más visible en la humanidad, y la notoriedad de la inconformidad se hace pública, estáis transformando todo a vuestro paso, y eso me alegra de sobremanera.
Estáis manifestando vuestra divina presencia, reconociendo quiénes sois, y cada vez, que manifestáis el amor divino me entregáis pétalos de rosas.
Los recibo entre mis manos y me lleno de ellos, tan suaves y tersos como jamás imagine.
Son tan puros, porque provienen de corazones colmados de amor divino.
Vosotros sois los tesoros de amor que tanto he añorado, estáis siendo receptáculos cristalinos y se os ve reflejado en vuestros actos.
En la elección minuciosa, y cuidada y os dejáis llevar por los impulsos del corazón.
Cada muestra de amor, es un pétalo rosa, blanco amarillo, rojo del color que queráis, estáis formando las rosas de mi jardín.
Os recordaré un pasaje de mi amado Jesús, en mi bello Nazareth.
Mi Jesús, fue como humano muy bello como hombre y como ser, un día cuando, el tenia 20 años, muy joven, me acompañaba al mercado, su presencia, no pasaba desapercibida, su andar era de un rey, muy alto, y a su paso los mercaderes le ofrecían las mercancías, algunos se quedaban atónitos con su presencia, y hasta se detenían sin decir nada, yo paseaba junto a el, y cuando me interesaba algo que necesitábamos para nuestra casa, el mercader lo miraba a el, no podía especular con su presencia, su presencia no era de este mundo, irradiaba la luz, la certeza, la convicción plena de quién era en verdad, y esa presencia la llevaba a todas partes.
Me decía Immi, “es mi Padre, que me indica mi proceder, mi actitud, y mi sentir”.
Hasta el propio Pilatos titubeó, y sabía que debía continuar con su crucifixión.
Una gran misión de luz.
Adorados niños, de mi corazón, estáis en mi corazón de Madre, sois templos divinos y vivientes. Ya estoy con vosotros, y los acontecimientos se aproximan.
La Ola de luz, se derrama por toda la faz de la tierra, anclaos a mi luz, anclaos a mi corazón inmaculado.
Este es el tiempo de estar listos, para todo, por esto las voces del Cielo se hacen presentes, y las escucháis, son las trompetas con sonidos sórdidos, a veces, y agudos, que anuncian los cambios
Debéis estar atentos y cantad de gozo, y alegría.
Llevad la luz que proviene de vuestra alma, guiaros por el sentir de vuestro corazón.
Estoy muy feliz, mis niños amados, porque reconocen vuestra presencia de luz, y llevad a todos los confines de la tierra vuestra luz anclando al amor divino que perdurará para siempre.
Trabajad en vuestra hermosísima misión, trabajad en vuestros corazones, sus deseos más puros, para el bien de las almas.
Amados hijos, amados niños, Os cubro con Mi manto, de la Gracia, os amo y os resguardo en mi regazo de Madre.
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